martes, 28 de julio de 2015

JOEL. CAPÍTULO 3.

Escatología: día del Señor (Is 24-27; 34-35; Ez 38-39; Zac 14; Hch 2).

1. El don del espíritu. 

31Después derramaré mi espíritu sobre todos:
vuestros hijos e hijas profetizarán, 
vuestros ancianos soñarán sueños,
vuestros jóvenes verán visiones.
2También sobre siervos y siervas
derramaré mi espíritu aquel día.
3Haré prodigios en cielo y tierra:
sangre, fuego, humareda;
4el sol aparecerá oscuro, la luna ensangrentada,
antes de llegar el día del Señor,
grande y terrible.
5Todos los que invoquen 
el nombre del Señor se librarán:
en el monte Sión quedará un resto
-lo dice el Señor-,
en Jerusalén los supervivientes
que él convoque.

Explicación.

3-4 Los apuntes escatológicos dispersos en los capítulos precedentes se integran en una escatología que incluye los elementos típicos: el día del Señor, acompañamiento cósmico de teofanía, juicio solemne de las naciones, liberación del pueblo, instauración del orden nuevo y definitivo.

3,1-2 Hay que leer estos versos sobre el fondo de Nm 11, en particular la respuesta de Moisés a los celos mezquinos de Josué: "¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor", y teniendo en cuenta Dt 18,15. El profeta anuncia como futuro el cumplimiento del deseo de Moisés. Anulando explícitamente cualquier discriminación: de edad, de clase social, de sexo. Y con la expresión literal "toda carne" abre sin límites su profecía. Por eso será recogida por Hch 2.

         Aquí se anuncia la restauración del pueblo por el espíritu, en 4,18s la restauración de la tierra por el agua: los dos elementos como en Ez 37 y 47.

3,3-4 Los portentos de la teofanía conjuran una visión temerosa. Es como pasar a sangre y fuego el paisaje, de modo que la sangre salpique la luna y el humo oscurezca el sol.

3,5 Queda una ciudad de asilo (cfr. is 37,36) y un hombre que salva como consigna por su invocación; porque invocarlo equivale a una profesión de fe. Véanse Hch 4,10-12; Rom 10,10.

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